PASE AL DÉCIMO MUNDIAL DE ESPAÑA

consecutivo, ha llegado la hora de la pelota. Tras una semana de piques y Piqué, el fútbol pide paso a la política. Es su hora, por más que arrecie la tormenta a un lado y otro del Ebro. La Roja quiere el balón y ante Albania puede sellar su visado para Rusia 2018. Es posible que Italia, que recibe a Macedonia, aplace hasta el lunes el tránsito definitivo, pero si los jugadores de Julen Lopetegui superan a los albaneses poco habrá que discutir. España lleva una diferencia goleadora de +17 respecto a La Azzurra, así que salvo hecatombe descomunal, ni un maltazo permitiría soñar a Italia
Aun en las horas previas del duelo con Albania resultó inevitable el morbo con Piqué. No hubo otro palique, ni en ruedas de prensa ni con los aficionados alicantinos por el medio.
El defensa catalán se demoró tanto al salir del autobús como al despegar al entrenamiento. Como en los ruedos taurinos: división de opiniones, pero sin mucha bronca.
De poco sirvieron los esfuerzos de Julen Lopetegui, el seleccionador, y Sergio Ramos, el capitán. Piqué, Piqué y más Piqué. “Lo importante es el partido, que ya de por sí representa un objetivo tan potente como ir a un Mundial; ahí acaba nuestra responsabilidad”, deslizó el técnico. Ramos, que siempre se refirió a Piqué como “Gerard” o “Geri”, reconoció que la semana no ha sido fácil y que antes de exponerse públicamente había hablado con el entrenador y su colega en la defensa. “Para nosotros”, dijo el central madridista, “lo importante es el fútbol, aunque obviamente no me haya gustado la imagen mundial de España durante estos días. Cada cual siente como siente, pero lo importante es que todos estemos en el mismo barco”.
Tan poco pintó el partido en sí en las horas previas que hasta un periodista albanés interrogó a Lopetegui al respecto. “¿Oiga, se ha hablado tan poco del encuentro estos días por lo que pasa en este país o porque juegan contra Albania? ¿Hubiera pasado lo mismo de enfrentarse a Italia?”. Por supuesto, Lopetegui subrayó el valor del equipo albanés, sorprendente clasificado para la última Eurocopa, pero ahora lejos de embarcar hacia Rusia 2018. Christian Panucci, que todavía presume con razón de ser el único italiano que ha levantado una Copa de Europa con el Madrid, asumió en julio el cargo de seleccionador albanés y su objetivo es mantener la estela competitiva de un país que hasta el repunte hacia Francia 2016 solo era un telonero más.
En lo futbolístico, por más que apenas se tocara de refilón, Lopetegui no dio pistas. Ya se sabe, el fútbol es de los pocos espectáculos donde la clientela desconoce a los actores. Las bajas condicionan. Carvajal, Iniesta y Morata, tres puntales, están lesionados y Busquets, sancionado. Illarramendi se perfila como sustituto del de Badía, un puesto que le pertenece en exclusiva desde hace 100 partidos, los que cumplirá Busi el próximo lunes en Israel. Sin Morata, con Diego Costa de pretemporada tardía y con Villa sin otro recorrido que el que tuvo en Chamartín ante Italia, es probable que España recurra de nuevo a Asensio como ariete camuflado. Con una pizarra u otra, la Roja tiene a tiro Rusia 2018. Al margen de lo que haga hoy Italia con Macedonia y con la propia Albania en el último choque del grupo, resulta mucho más que utópico, del todo inconcebible, que los italianos puedan remontar los 17 goles de diferencia que les llevan los españoles. Por ello, los chicos de Lopetegui solo abundan en que es la hora del fútbol. Mal que les pese a muchos.
FUENTES: SELECCIÓN ESPAÑOLA
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